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¡De nada, 2018!

Estimado 2018,

en menos de 1 día, ya tengo a tu hermano por aquí. No es que me quiera olvidar de ti. No quiero que pienses que soy una ingrata. Tengo que dar la cara. No pienso largarme sin decirte nada. No es mi estilo. Lo hemos pasado bien juntos, pero tener un año en blanco para llenar de todas las cosas que me atraen y apetecen, siempre me ha seducido. Estrenar siempre le ha gustado a esta seductora y voy a descorchar un año nuevo.

Nos conocemos. Sé todo lo que me piensas reprochar: la familia, los amigos (los veteranos y los encontrados gracias a ti ), mi afición y algún día, oficio; mis leídos y mis lectores; mi profesión, mis clientes y mis maestros; el mundo que he tenido hasta ahora y no he quemado gracias a tu compañía, aun siendo fallera de pura cepa.

Feliz 2019

Sin embargo, todo tiene un final, 2018, y toca despedirse con juego limpio. Sé que quieres darme las GRACIAS por todo lo vivido. No hay de qué. Yo soy así; de dar porque sí, porque me mola, por puro egoísmo disimulado de generosidad. Así que no hace falta que me des las gracias. Yo por mi parte te doy mis “DE NADA”, y lo hago elegantemente: deseándote lo mejor y que descanses en paz, te quedes atrapado en fotos y recuerdos, ahí, detenido, callado y con la dignidad del que sabe perder y dar la mano. Sabiendo que tu sitio lo ocupa otro, más alto, menos redondo, más impar, más estirado y, esta vez, tampoco primo. Pero más joven, con otros 12 meses y lo que es mejor: con otro invierno, otra primavera, otro verano y un otoño. No quiero que estés dolido por ello. La cronología es así.

Llega él y quiero que llame a la puerta y pase.. que al fondo hay mucho sitio. Porque soy la que tengo vida para tomar y regalar y en ella, cabe todo lo que me importa o interesa. Y quiero que se vista con lo que ni siquiera sé cómo será. Sin modas ni esclavitudes. Sólo por eso, me atrae, me intriga, me llama y me provoca palpitaciones. Lo iré decidiendo “de apoco”, como la cocina a fuego lento. Como el que decide que no va a decorar el piso nuevo; y que según encuentre muebles, alfombras en escaparates o cuadros en exposiciones, los colocará en el lugar que el destino decidió mucho antes de que existiera el piso, la dueña o el barrio. En ese piso nada irá a juego, todo será diferente. Miscelánea y eclecticismo de estilos que harán que cada día tenga su sal y su pimienta. A cambio de eso, le prometeré a 2019 no comprar los momentos a un mismo tiempo. Ser impacientemente paciente. Centrarme en mi impulsividad, en lo que me apetezca, sin necesidad ni oportunidad. Coger todos los diagramas, todos los flujos de trabajo y DAFO´s y triturarlos hasta desintegrarlos. Y rodearme sólo de cosas bellas que compartir con él.

Es como quiero vivir y sé que no me equivocaré: rodeada de familia bella, de amigos bellos, de todas las bellas artes: música, letras, edificios, esculturas, pinturas, carteles, cine, vídeos. Esos serán los ambientadores que voy a respirar con 2019 y no otros. Todo lo podrido, lo negro, lo sórdido, lo mordaz, lo morboso, lo violento, lo hiriente, lo insultante, lo doliente.. sé donde habita, ya lo probé, más allá de los muros de los años pasados, más allá de las piedras y los hermanastros del siglo. Los conozco; allá pude estar hace mucho, mucho tiempo, aun siendo de paso, pero no me interesan. Se quedaron en un país de ruinas y abandono, donde residen otros cuerpos y muchos zombies.

Estaré con 2019 en lo imperfecto, lo inapropiado, lo incorrecto, y sin embargo, lo bello, rodeada de los soñadores, los sonrientes, los luminosos, los conversadores, los respetuosos, los vitales, los fiesteros, los amables, los amantes y los amados. Esos que son como yo: humanos y están imperfectamente vivos. Podrás encontrarme entre ellos y el 2019.

Siempre tuya,

MayT

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