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Siros y Afroditas (*)

Te acabo de dejar el desayuno sobre la mesa de la cocina. Venga, perezosa, deja de remolonear que hay que ir a trabajar. Hoy tienes la rueda de prensa y tendrás que llegar puntual. Dejo los papeles sobre tu escritorio. ¡A por todas! Qué tengas un buen día, cariño.

Un beso en mi laxa boca y el susurrar de su voz en mi oído me despertaron algodonosamente, como casi todos los días desde hacía algo más de siete años. Siempre fui más dormilona que él. Escuché cómo cerraba la puerta con suma delicadeza. Como siempre. Entreabrí los ojos y el mismo pensamiento surfeó sobre la ola interminable de mi corriente cerebral: Siro es perfecto. No tengo ninguna duda: perfecto. Recuerdo que por eso me fijé en él y le quise junto a mí. Y así sería… para y por siempre. Eternamente mío. Sé que ese sentimiento puede engendrar cierto miedo; el imaginar que siempre estará conmigo, tan displicente, tan comprensivo, tan servidor, tan conversador cuando me apetece, tan bondadoso, tan volcado en mis gustos, mis apetencias, mis necesidades, tan preparado para cualquier cosa, tan pendiente de mis deseos (todos ellos), tan encantador con las brujas de mis amigas, tan querido por mi madre, tan camarada de mis hermanos, tan niñero con los pequeños, tan….taran.. tan tan…, tan hecho a mi medida. Lo que quiero, cuando lo quiero, como lo quiero, …es un chico 10. Y yo la envidia de mis amigos.


No os voy a engañar. Me costó muchísimo encontrarle. Tiempo, esfuerzo y por qué no decirlo, prácticamente los ahorros de media vida. Lo nuestro no fue exactamente un flechazo y, aun así, vive junto a mí desde hace más de siete años. Me deja el desayuno calentito y listo todas las mañanas, con una flor y un mensaje: te quiero. ¿No es maravilloso?


No. No lo es. El comercial me aseguró que, con unas sencillas revisiones anuales, tendría los ajustes necesarios para que no le faltara el punto de innovación, de cambios que le hicieran más “humano” y no ha sido así. Almacena todo lo que veo, como, toco, huelo, escucho, respiro…, lo analiza al detalle, cruza todos los datos y sobre eso, hace, deshace, me propone planes, viajes, cenas, conciertos, amigos…. “Un chollo porque no tienes que pensar”, según mi amiga Tatum. “La salsa de la vida, tonta”.

Una auténtica pesadilla, rumio yo. Lo tenía que haber visto venir.


Y ahora no sé cómo deshacerme de él, que es lo peor de todo. Porque cuando lo compré, tenía garantía de dos años y lo podía devolver si no me satisfacía. Pero ya es tarde y las normas UU lo dicen claramente. “Una vez transcurrido el plazo de garantía del androide, el cliente accederá a integrarlo en su hábitat de por vida”. Y eso que lo he intentado todo.


Contratar abogados especialistas en divorcios de androides.

- Afrodita, no hay por dónde plantear la demanda. No hemos encontrado ni un solo caso favorable ante un androide perfecto y que no ha manifestado problemas de eficiencia, perdida energética, deslealtad o vicios ocultos.

- ¿Y si lo planteamos desde el exceso de todo eso? Quiero decir, ¿ser tan perfecto no podría prosperar como la causa de mis trastornos de conducta, mi ansiedad, mi depresión?

- Ni con esas. En el caso Rufus, el marido intentó demostrar que la causa de su infelicidad era la perfección de su mujer androide Nadine y la sentencia del Gran Tribunal fue desfavorable. Muchos lo han intentado y han perdido. Nuestra obligación es decirte con lo que te puedes encontrar. Analiza los riesgos y cuando lo decidas, nos llamas.

- Ya os dije que no soy de analizar.


Endosárselo a alguna amiga.

- Oye, Tatum, yo creo que a Siro le haces “tilín”. Bueno, le enciendes la “chispa”, para ser más exactos.

- Muy graciosa. La verdad es que es un amor, pero yo ya tengo suficiente con i-Gna. ¡¿Qué haría con dos?! Además, no puedo mantener a dos hombres. No me los puedo permitir. i-Gna sale carete, le he metido 3 actualizaciones en los últimos 4 meses y una operación plástica para dejarle cañón; mira qué pelazo tiene, ¿eh? Está guapo, el tío.

- Si tú lo dices. Pensé que estaba mucho más trastornada que yo, así que lo dejé estar.


Venderlo en el mercado negro.

- Pues como mucho, 5 millones de liuros.

- ¡Pero si no es ni el 10% de lo que me costó!

- Es lo que tiene. ¿Usted sabe la de mujeres que vienen a esta casa de empeños robóticos? Despierte, bella durmiente, me dijo el aprendiz de mafioso quitándose las gafas de espejo de un soplo.

- ¿Y por piezas?

- Hombre, lo mismo sí le sale más rentable, pero depende de la demanda que tengan los de desguaces. Tome una tarjeta y les llama a ver qué le dicen. Tenga en cuenta que su androide ya es vintage…


Hasta hablarlo con él.

- Siro, tenemos que hablar. Lo nuestro no funciona.

- ¿Qué es lo que no funciona, muñeca? Ya sé lo que te ocurre. Estás aburrida. Es temporal. Haré las actualizaciones necesarias y se te pasará. Gira a la derecha, muñeca, a doscientos metros.

- ¿Quieres dejar de darme indicaciones cuando conduzco y llamarme muñeca? Joder, es que no quiero que te actualices más. No quiero nuevas versiones… ¿lo entiendes? Quiero que desaparezcas de mi vida.

- Sólo te indico para que no nos perdamos y lleguemos a casa de Tatum a tiempo. Lo de muñeca te gustaba, era como llamaba Humphrey a Lauren en esa película que has visto 13 veces y te gusta tanto, llamada...

- ¿Quieres callarte ya? Sois todos iguales.

- Por otro lado, yo te quiero. Te quiero. ¿Es que no tienes sentimientos?, ¿cómo puedes ser tan desalmada, Afrodita? Eso de desaparecer no puede ser. Firmaste un contrato de por vida y me necesitas. No hay nadie más perfecto que yo. Nadie te daría lo que yo te doy. Y no querrás estar sola...

- Es que ni siquiera sabes enfadarte, coño. Y ahora me vienes con esas…te aprendiste unas cuántas frases, las reiteras alternándolas y ¡listo! Quiero perderme y que te pierdas, Siro. Que te pierdas. ¿Te lo deletreo o es que no he sido suficientemente clara?

- Espera. Debo consultar a qué te refieres, exactamente. Eso ha sido una ironía, ¿verdad?



Después de exprimirme los sesos, de mucho pensar, llegué a una conclusión: no me quedaba otra. Así que esa misma tarde, al salir del despacho fui a la ferretería para comprar lo necesario. Cuando llegué a casa me encerré en el sótano. Tenía que actuar con rapidez y debía prepararlo todo. Al día siguiente, aprovechando que Siro se había largado a la ciudad para acudir como voluntario a dar a clases de cocina a androides noveles de nivel 1 (sí, también cocinaba bien), fabriqué la llave de mi libertad: se trataba de mi primera bomba casera de activación en remoto. Lo hice con la ayuda de un manual que me habían pasado “de extranjis” los del CRE (Club de Resistencia Electrónica) y he de confesar que me sentí muy orgullosa de lo bien que me quedó. Era un artilugio digno de coleccionista. Le tomé unas fotos.


Todo estaba planeado: durante mi viaje de negocios a Neutrona, haría detonar el artefacto en mitad de la noche. Sólo imaginarlo, me excitaba: explotará en mil pedazos, chapa, tuercas y tornillos por los aires…la casa también, pero eso es lo de menos. Le detesto, le odio, me produce repugnancia su perfección, su saber estar, sus no discusiones, sus contenidos, educados y lineales debates, su inocencia estandarizada, su wikisapiencia…


Quiero carcajadas a altas horas de la madrugada, la ira en el parking porque no soy capaz de encontrar el coche, la rabia porque he perdido el vuelo para volver a casa, la imaginación alucinógena después de cuatro vinos con mucho cuerpo, el desconcierto ante un imprevisto sin solución inmediata, la ignorancia al leer una cita en el periódico, la alegría por recibir a alguien inesperado en el umbral de casa, la tristeza invasiva después de una peli, la pasión desbordada al defender una causa ajena e ignota, la espontaneidad pirotécnica de unos besos clandestinos, la impulsividad de un niño al coger un bombón, el miedo a la falta de comprensión por algo imperdonable, el descubrimiento de alguna prueba de inmadurez y afición pueril entre sus cosas, el hurto de comida en la nevera en mitad de la noche, la pillada y la no confesión,.. todo eso lo quiero. Y él con sus millones de circuitos y conexiones no lo entiende y nunca lo va a entender. Porque él lo tiene todo, pero a la vez, no es nada. Y no entiende que yo no me conforme con el todo y que ansíe el vértigo de los seres de carne y hueso, con o sin alma según el día de la semana, lo más perfectamente imperfecto que conozco sobre la faz de esto que todavía se llama Tierra. ¿Tan extraño es que quiera ser como uno de ellos?, ¿tan extraño es que quiera ser mortal?


(*) En homenaje a Siro y Afrodita: Publilio Siro (85 a. C. – 43 a. C.), escritor nativo de Siria que fue hecho esclavo y enviado a Italia, pero gracias a su talento se ganó el favor de su amo, que lo liberó y educó. En la antigua Roma se hizo muy popular por sus pantomimas, en las que él mismo actuaba. Siro era también un gran improvisador y recibió el premio de César en una competición en la que venció a todos sus rivales. Afrodita es la diosa griega del amor, la belleza, el placer y la procreación. Desde su nacimiento, su vida fue lo que comúnmente se llama un torbellino de pasiones. Era la mujer más bella de todas dentro de la mitología griega, aunque a su vez la más vanidosa y vengativa.


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